Aunque él asegure que no es corrupto, que es austero y que no es autoritario, para su sucesor serán demasiadas las tentaciones de hacer uso del poder del Estado para imponer y mantener el poder. No importa quién sea. El fenómeno y la credibilidad del presidente electo Andrés Manuel ante el electorado es histórico, y es difícil imaginarse a un personaje como él, en las siguientes décadas, que pueda ascender al poder y gobernar con tanto apoyo de la población como lo tiene. Es improbable que de haber un presidente electo de otro partido que no sea Morena, vaya a suceder una transición tan pacifica, hasta amistosa, como la que estamos viviendo en este momento. Por razones que la historia algún día nos compartirá, la transición de Peña a AMLO ha sido históricamente democrática, casi un ejemplo para los libros de texto. En cualquier momento, las elecciones de 2018 pudieron ser una de las más caóticas y más violentas de la historia. No fue así.
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