Obviamente el proceso electoral de 2018 se lleva a cabo en un ambiente en el que el electorado está furioso por los resultados que dejará el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto. La historia seguramente subrayará que uno de los grandes errores de esta administración fue subestimar, o hasta ignorar, las claras señales de la molestia de los ciudadanos, que se está traduciendo en un costo político para el presidente y su partido. Más allá de quién sea el ganador el 1 de julio (ojalá que sepamos quién es el ganador esa noche), los nuevos mandatarios a nivel nacional, estatal o local claramente tendrán dificultades para gobernar, porque la credibilidad de las instituciones han sufrido un deterioro importante. Leer en @ElFinanciero_Mx
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