Opciones para controlar la violencia
Por Ana Maria Salazar
A largo plazo lo que México necesita aspirar es una justicia eficiente, no extrema. La única forma de crear los incentivos necesarios para debilitar la capacidad corruptora y el ejercicio de la violencia extrema como herramienta para ejercer control territorial sobre regiones del País, se requiere de estructuras que puedan impartir justicia en una forma contundentes, rápida y justa dentro de los controles que establece el estado de derecho y protegiendo los derechos humanos. El problema actual es que de facto no se cumple con ninguno de estos objetivos. La justicia no es contundente, rápida y justa. Además, de los pocos que eventualmente son condenados por algún delito son generalmente los pobres, los que tuvieron una pésima defensa, en donde no son procesados respetando sus derechos humanos. O sea, que estamos en el peor de todas las eventualidades: Pocos son castigados y aun así se les violan sus derechos.
En este momento literalmente cualquiera puede delinquir, torturar, robar, asesinar, violar y no pasa nada. Existe una cultura de impunidad que será difícil de revertir. Pero eso es lo que tiene que aspirar el País… Pero esto tardará décadas y generaciones futuras tal vez podrán disfrutar de las reformas que se implementen hoy día.
¿Qué hacer, entonces, a corto plazo? No hay muchas opciones, pero en general, cuando se reduce y se controla la violencia extrema en alguna parte del País sucede por las siguientes razones:
1.- Se implementa una estrategia coordinada y enfocada a desmantelar las organizaciones criminales. No sólo se persigue a los cabecillas, pero también los mandos medios y aquellas personas que podrían reemplazar a los detenidos. El problema es que en México, es casi imposible implementar esta estrategia ya sea por la desconfianza que hay entre las corporaciones, la falta de inteligencia, y la debilidad del sistema de justicia de procesar criminales altamente violentos debido a las amenazas, corrupción y una legislación que no permite perseguir adecuadamente a individuos u organizaciones que son amenazas a la seguridad nacional.
2.- Una organización recupera el monopolio sobre el territorio y sobre la violencia. En este escenario la reducción de la violencia se debe a que la lucha intestina por el poder y el territorio se resuelve cuando una organización ejercer poder omnipotente y decide que es mejor estrategia para el negocio no “calentar” la plaza con asesinatos espectaculares y atacando a la población civil.
3.- Negociación. El Gobierno decide “negociar” informalmente con la organización más poderosa y violenta del territorio, llegando a un acuerdo donde se les permitirá continuar atendiendo sus “negocios” siempre y cuando no se metan con la población. Y de no cumplir con lo acordado, el Estado los perseguiría con contundencia. Y aunque esta opción podría ser una tentación para cualquier gobernante, la verdad es que generalmente acaba siendo una capitulación del Gobierno, además de que no hay forma de garantizar que otras organizaciones no intenten tomar el territorio. La implementación de cualquier acuerdo requiere que el Gobierno sea más violento y sanguinario que las mismas organizaciones para asegurar que respeten lo acordado, ya que el sistema de justicia es incapaz de controlarlos. Muy mala opción.
4.- Ser parte del negocio ilícito. Si los gobernantes son parte del narcotráfico, secuestro y extorsión en coordinación con un grupo organizado, estos podrán asegurar que sus “socios” reduzcan su violencia en contra de la mayoría de la población. Esta opción es terrible.
5.- Ser más violentos que los violentos. Mucho se ha especulado de porque las organizaciones criminales en el pasado no ejercían tanta violencia en contra la población y entre las respuestas encontramos es que el Estado era más violentos que ellos. Sometían a los criminales sin ninguna consideración de los derechos humanos y el estado de Derecho. O sea, era una guerra sucia en contra de los criminales. Esta tampoco es una opción para la democracia mexicana.
La sociedad, y en particular el sector privado, deben promover una cultura de lucha en contra del crimen. Cambiar la cultura de criminalidad requiere organizaciones y, sobre todo recursos. Pero los medios de comunicación, las cámaras, las asociaciones civiles y profesionales juegan un papel esencial en el cambio de cultura.
Pero hay que reconocer que a corto plazo, son pocas las opciones.
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