Corrupción
y transparencia
Aunque funcionarios públicos ya
tenían la responsabilidad de proporcionar su información patrimonial, lo
que hizo esta semana Enrique Peña Nieto no tiene precedente.
El Presidente de la República y su gabinete presentaron su declaración patrimonial como parte del cumplimiento de la ley que lo establece, sin embargo, aunque en ellas se enlistan propiedades y otros bienes, no se ofrecen detalles sobre su valor. En la página web de la Presidencia se publicaron las declaraciones, siendo la primera la del Presidente, en la que se reporta que tiene un salario mensual de 193 mil 478 pesos. Al revisar lo reportado por los funcionarios se reveló que tres, los secretarios de la Defensa y Marina, así como el titular de la Secretaría del Trabajo, ganan más que el primer mandatario.Más allá de las curiosidades de quién gana más y cuántas propiedades tiene cada quién, hubo importante críticas de esta iniciativa. Lo que llamó la atención de analistas y de la propia presidenta del IFAI, Jacqueline Peschard, fue que no se mencionaran los montos de las propiedades, ya que en las declaraciones patrimoniales no sólo se debe de señalar cuántas propiedades se poseen, sino en cuánto están evaluadas.
Pero más allá del debate, el acto en sí, en donde el Presidente y su gabinete, al inicio del sexenio, públicamente presentan información sobre sus propiedades, tiene un gran valor político por el mensaje que envía a todos los funcionarios públicos en el ámbito federal. Es particularmente un mensaje contundente para los priistas, que siguen cargando décadas de gobiernos corruptos sobre la espalda.
Lo importante es que este ejercicio de transparencia se haga en otros ámbitos y niveles, incluyendo los subsecretarios, los directorios de áreas y cualquier funcionario que hace decisiones de contratación y manejo de las finanzas públicas.
El mensaje de Peña Nieto podría llevarse a los estados y municipios. Más allá de los requerimientos de proporcionar su declaración patrimonial, lo importante es que los gobernadores, los presidentes municipales y sus asesores más importantes también hagan esa información pública.
¿Por qué no exigir más de otros funcionarios de los otros poderes? También debería ser una exigencia para los senadores y diputados transparentar sus bienes, al igual que los magistrados de la Corte Suprema y jueces.
Muchos de ustedes dirán que este ejercicio no resolvería el problema de la corrupción en el País y tienen razón. Sólo sería un buen y saludable principio. Ya que los siguientes pasos son los más difíciles. Habría que usar esta información, comparar la situación patrimonial de los funcionarios al terminar su administración, y castigarlos si tienen fortunas mal habidas.
En México, y diría que en el caso de la mayoría de los países de este continente, la administración de justicia no tiene ni la capacidad ni la voluntad de perseguir y muchas veces ni la libertad para realizar investigaciones controversiales en contra de políticos y líderes sociales corruptos. La cultura de la impunidad promueve invariablemente el delito y esto permea en todos los estratos sociales. Si la procuración de justicia es incapaz de enjuiciar a los asesinos y a los secuestradores, es difícil imaginarse que en los siguientes años pueda transformarse de tal manera que tenga la credibilidad y la capacidad que requieren estos casos más delicados.
En otro análisis, por parte de Dick Morris, reconocido y controversial consultor de la Casa Blanca y autor de El nuevo príncipe, reflexiona sobre las enseñanzas de Maquiavelo que dan esperanzas al futuro líder político y social de la posibilidad de obtener poder y ejercer un liderazgo moral, ético y legal. En el prefacio de su libro, Morris señala que “si los políticos fueran realmente pragmáticos e hicieran lo que realmente contribuye a su auténtico interés, el proceso político sería mucho más limpio, positivo, no partidario y orientado hacia los temas que importan. No son los aspectos prácticos los que impulsan al partidismo, la negatividad y al ciclo inacabable de investigación y recriminación en el que nos revolcamos, sino una total mala comprensión de lo que quiere el ciudadano y de lo que los políticos, en interés de su propia carrera, deberían ofrecer. Si Maquiavelo estuviera vivo hoy aconsejaría el idealismo como el camino más pragmático”. Uno puede satisfacer sus intereses y promover los intereses del electorado al mismo tiempo. Y aunque parecería un tanto ingenua tal afirmación, la realidad es que a Morris no se le conoce por ser ingenuo en sus propuestas; al contrario, sus libros y recomendaciones para gobernantes y políticos señalan un hombre pragmático que reconoce lo sucio que puede ser el ejercicio del poder.
El Presidente de la República y su gabinete presentaron su declaración patrimonial como parte del cumplimiento de la ley que lo establece, sin embargo, aunque en ellas se enlistan propiedades y otros bienes, no se ofrecen detalles sobre su valor. En la página web de la Presidencia se publicaron las declaraciones, siendo la primera la del Presidente, en la que se reporta que tiene un salario mensual de 193 mil 478 pesos. Al revisar lo reportado por los funcionarios se reveló que tres, los secretarios de la Defensa y Marina, así como el titular de la Secretaría del Trabajo, ganan más que el primer mandatario.Más allá de las curiosidades de quién gana más y cuántas propiedades tiene cada quién, hubo importante críticas de esta iniciativa. Lo que llamó la atención de analistas y de la propia presidenta del IFAI, Jacqueline Peschard, fue que no se mencionaran los montos de las propiedades, ya que en las declaraciones patrimoniales no sólo se debe de señalar cuántas propiedades se poseen, sino en cuánto están evaluadas.
Pero más allá del debate, el acto en sí, en donde el Presidente y su gabinete, al inicio del sexenio, públicamente presentan información sobre sus propiedades, tiene un gran valor político por el mensaje que envía a todos los funcionarios públicos en el ámbito federal. Es particularmente un mensaje contundente para los priistas, que siguen cargando décadas de gobiernos corruptos sobre la espalda.
Lo importante es que este ejercicio de transparencia se haga en otros ámbitos y niveles, incluyendo los subsecretarios, los directorios de áreas y cualquier funcionario que hace decisiones de contratación y manejo de las finanzas públicas.
El mensaje de Peña Nieto podría llevarse a los estados y municipios. Más allá de los requerimientos de proporcionar su declaración patrimonial, lo importante es que los gobernadores, los presidentes municipales y sus asesores más importantes también hagan esa información pública.
¿Por qué no exigir más de otros funcionarios de los otros poderes? También debería ser una exigencia para los senadores y diputados transparentar sus bienes, al igual que los magistrados de la Corte Suprema y jueces.
Muchos de ustedes dirán que este ejercicio no resolvería el problema de la corrupción en el País y tienen razón. Sólo sería un buen y saludable principio. Ya que los siguientes pasos son los más difíciles. Habría que usar esta información, comparar la situación patrimonial de los funcionarios al terminar su administración, y castigarlos si tienen fortunas mal habidas.
En México, y diría que en el caso de la mayoría de los países de este continente, la administración de justicia no tiene ni la capacidad ni la voluntad de perseguir y muchas veces ni la libertad para realizar investigaciones controversiales en contra de políticos y líderes sociales corruptos. La cultura de la impunidad promueve invariablemente el delito y esto permea en todos los estratos sociales. Si la procuración de justicia es incapaz de enjuiciar a los asesinos y a los secuestradores, es difícil imaginarse que en los siguientes años pueda transformarse de tal manera que tenga la credibilidad y la capacidad que requieren estos casos más delicados.
En otro análisis, por parte de Dick Morris, reconocido y controversial consultor de la Casa Blanca y autor de El nuevo príncipe, reflexiona sobre las enseñanzas de Maquiavelo que dan esperanzas al futuro líder político y social de la posibilidad de obtener poder y ejercer un liderazgo moral, ético y legal. En el prefacio de su libro, Morris señala que “si los políticos fueran realmente pragmáticos e hicieran lo que realmente contribuye a su auténtico interés, el proceso político sería mucho más limpio, positivo, no partidario y orientado hacia los temas que importan. No son los aspectos prácticos los que impulsan al partidismo, la negatividad y al ciclo inacabable de investigación y recriminación en el que nos revolcamos, sino una total mala comprensión de lo que quiere el ciudadano y de lo que los políticos, en interés de su propia carrera, deberían ofrecer. Si Maquiavelo estuviera vivo hoy aconsejaría el idealismo como el camino más pragmático”. Uno puede satisfacer sus intereses y promover los intereses del electorado al mismo tiempo. Y aunque parecería un tanto ingenua tal afirmación, la realidad es que a Morris no se le conoce por ser ingenuo en sus propuestas; al contrario, sus libros y recomendaciones para gobernantes y políticos señalan un hombre pragmático que reconoce lo sucio que puede ser el ejercicio del poder.
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