Continúa
las expectativas de saber como ejercerá su presidencia Enrique Peña Nieto y si
estamos en la antesala de un PRI renovado y moderno con capacidad de enfrentar
los retos que enfrenta el país, respetando la cultura democrática y de
transparencia, en un México en crisis que enfrenta organizaciones que se
consideran entre las mas violentas del planeta.
Hasta
la fecha, las intenciones de la clase política no han sido precisamente las de servir al pueblo,
por el contrario, solamente sirvieron a sus intereses personales. El éxito de
los políticos, en lo que llamaremos la “era jurásica”, no dependía de su nivel
de educación, carisma o propuestas, sino de su capacidad de funcionar dentro
del sistema autoritario y de entender las reglas del juego del partido. Esa
misma clase política buscaba promover gente como ellos, con sus mismas
características: lealtad ciega y un compromiso de no hacerle sombra a sus
jefes. Los líderes jurásicos sabían que su supervivencia dependía de su
capacidad de no sobresalir sobre los demás, porque en el momento que sacaban la
cabeza corrían el riesgo de que se las cortaran. Y como “la era jurásica” era
una época de autoritarismo político, este modo de gobernar se reflejó en el
estilo de liderazgo que no buscaba consensos sino que ordenaba y ejercía la
represión si se sospechaba que no se seguían las pautas marcadas por el
gobernante. Para continuar hacer click aquí.
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