Lamentablemente, 2009 será un año récord de asesinatos en México. Hasta la fecha se han documentado más de 6 mil ejecuciones, y todavía no termina el año. Hay que recordar que en 2008 se reportaron más de 5 mil ejecuciones, que fue casi el doble de las registradas en 2007 (EL UNIVERSAL, 3 de diciembre 2008).
Al mismo tiempo que se incrementa el número de muertos relacionados con esta “guerra” en contra del crimen organizado, también está aumentando el cuestionamiento acerca de si las Fuerzas Armadas deben de continuar ejerciendo el liderazgo en la estrategia para controlar estas organizaciones. Para desfortuna del Ejército y de la Marina, el número de muertos se está convirtiendo en la vara con que se evalúa la efectividad y la capacidad de estas instituciones. ¿Cuánto ha impactado en la reputación del Ejército el hecho de que, a pesar de su despliegue en Juárez, dos de cada tres homicidios en este país suceden en esa ciudad fronteriza?
Al Ejército mexicano no se le debería responsabilizar por lo que podría ser el fracaso de la estrategia antidrogas del país, ya que el éxito de esta estrategia depende no sólo de los uniformados, sino de la capacidad o de la complicidad de las corporaciones civiles en el ámbito federal y estatal, además de la coordinación eficaz entre todas las instituciones que tienen la responsabilidad de la seguridad pública y la seguridad nacional de este país.
En este último punto, el de la falta de una coordinación adecuada entre Sedena, Seguridad Pública, PGR y Gobernación, sigue siendo probablemente incomprensible por qué permite esto el Presidente. Hay que reconocerlo, el poder de los presidentes mexicanos se ha ido acotando a través de los años, pero no implica que no tengan ni la facultad ni la capacidad de controlar a sus secretarios. Para continuar hacer click aquí...
Al mismo tiempo que se incrementa el número de muertos relacionados con esta “guerra” en contra del crimen organizado, también está aumentando el cuestionamiento acerca de si las Fuerzas Armadas deben de continuar ejerciendo el liderazgo en la estrategia para controlar estas organizaciones. Para desfortuna del Ejército y de la Marina, el número de muertos se está convirtiendo en la vara con que se evalúa la efectividad y la capacidad de estas instituciones. ¿Cuánto ha impactado en la reputación del Ejército el hecho de que, a pesar de su despliegue en Juárez, dos de cada tres homicidios en este país suceden en esa ciudad fronteriza?
Al Ejército mexicano no se le debería responsabilizar por lo que podría ser el fracaso de la estrategia antidrogas del país, ya que el éxito de esta estrategia depende no sólo de los uniformados, sino de la capacidad o de la complicidad de las corporaciones civiles en el ámbito federal y estatal, además de la coordinación eficaz entre todas las instituciones que tienen la responsabilidad de la seguridad pública y la seguridad nacional de este país.
En este último punto, el de la falta de una coordinación adecuada entre Sedena, Seguridad Pública, PGR y Gobernación, sigue siendo probablemente incomprensible por qué permite esto el Presidente. Hay que reconocerlo, el poder de los presidentes mexicanos se ha ido acotando a través de los años, pero no implica que no tengan ni la facultad ni la capacidad de controlar a sus secretarios. Para continuar hacer click aquí...
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