Caballo de Troya
Ana María Salazar
Parecería que en la última semana la nota principal ha sido la detención e investigación de algún funcionario federal que, en lugar de dedicarse a perseguir narcos, ahora resulta que se encuentran en su nómina con salarios de 150 a 450 mil dólares mensuales.
Y aunque el problema de corrupción en las corporaciones de seguridad del País no es nuevo, cuando vemos el número de soldados, policías, y ministerios públicos muertos, además de civiles inocentes, el costo de esta corrupción es mucho más alto. También tenemos que considerar lo que ha representado el fortalecimiento de estas organizaciones criminales en control territorial y el incremento de asesinatos, violencia, secuestro y extorsiones en docenas y docenas de ciudades alrededor del País.
Sin lugar a duda, policías y funcionarios que reciben dinero de cualquier grupo de crimen organizado tienen sus manos manchadas de sangre. Ciertamente su responsabilidad es mayor, ya que se les encomienda la seguridad de México y despreciativamente decidieron traicionar la confianza de los ciudadanos e intercambiarla por maletas de dinero.
Desafortunadamente tenemos que asumir que lo que se ha informado hasta la fecha es la punta del iceberg de un serio problema de filtración. Ojalá que al llevarse a cabo las investigaciones y la posterior depuración, no se opte por la salida fácil, que es simple y llanamente correr y no perseguir y encarcelar. A través de los años ha sido más fácil esconder la basura debajo del tapete y rezar que no se vayan a juntar más cucarachas.
Y es que si no se persigue a los funcionarios corruptos, esta guerra está perdida. Me explico. Aunque se duplicara el número de soldados y policías dedicados a esta lucha, aunque se triplicaran los recursos disponibles para llevar a cabo su trabajo y se triplicara la capacitación de todos los involucrados en esta guerra, todo sería en vano si continúan los niveles de corrupción en las unidades neurálgicas de las corporaciones dedicados a combatir el crimen organizado. Si los capos y sus lugartenientes tienen acceso a información de operaciones de dónde y cómo se les va a atacar, simple y llanamente los esfuerzos del Estado se vuelven un “show” para los medios de comunicación. Y esta información les permite sistemáticamente fortalecer sus capacidades y ejercer mejor control sobre las regiones donde llevan a cabo sus sucios negocios. Para continuar hacer click aquí...
Ana María Salazar
Parecería que en la última semana la nota principal ha sido la detención e investigación de algún funcionario federal que, en lugar de dedicarse a perseguir narcos, ahora resulta que se encuentran en su nómina con salarios de 150 a 450 mil dólares mensuales.
Y aunque el problema de corrupción en las corporaciones de seguridad del País no es nuevo, cuando vemos el número de soldados, policías, y ministerios públicos muertos, además de civiles inocentes, el costo de esta corrupción es mucho más alto. También tenemos que considerar lo que ha representado el fortalecimiento de estas organizaciones criminales en control territorial y el incremento de asesinatos, violencia, secuestro y extorsiones en docenas y docenas de ciudades alrededor del País.
Sin lugar a duda, policías y funcionarios que reciben dinero de cualquier grupo de crimen organizado tienen sus manos manchadas de sangre. Ciertamente su responsabilidad es mayor, ya que se les encomienda la seguridad de México y despreciativamente decidieron traicionar la confianza de los ciudadanos e intercambiarla por maletas de dinero.
Desafortunadamente tenemos que asumir que lo que se ha informado hasta la fecha es la punta del iceberg de un serio problema de filtración. Ojalá que al llevarse a cabo las investigaciones y la posterior depuración, no se opte por la salida fácil, que es simple y llanamente correr y no perseguir y encarcelar. A través de los años ha sido más fácil esconder la basura debajo del tapete y rezar que no se vayan a juntar más cucarachas.
Y es que si no se persigue a los funcionarios corruptos, esta guerra está perdida. Me explico. Aunque se duplicara el número de soldados y policías dedicados a esta lucha, aunque se triplicaran los recursos disponibles para llevar a cabo su trabajo y se triplicara la capacitación de todos los involucrados en esta guerra, todo sería en vano si continúan los niveles de corrupción en las unidades neurálgicas de las corporaciones dedicados a combatir el crimen organizado. Si los capos y sus lugartenientes tienen acceso a información de operaciones de dónde y cómo se les va a atacar, simple y llanamente los esfuerzos del Estado se vuelven un “show” para los medios de comunicación. Y esta información les permite sistemáticamente fortalecer sus capacidades y ejercer mejor control sobre las regiones donde llevan a cabo sus sucios negocios. Para continuar hacer click aquí...
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